domingo, 10 de noviembre de 2013
El francotirador
Desde la habitación de su hermanita organizó toda la operación. Se caló un gorro de lana negro, abrió la ventana lo suficiente y se dispuso a esperar. Colocó la munición en la mesa de al lado para no perder tiempo cuando apareciera su objetivo. Los minutos caían como losas en su debilitada paciencia. Estaba a punto de abandonar cuando por fin apareció. Aguardó a que se pusiera a tiro y comenzó a lanzar globos de agua a discreción. Tal vez no podía evitar que su madre tuviera novio, pero si podía incomodarlo siempre que viniera a casa.
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